Mujer de Sal y Cerro que Humea

Hola a todooossss…..

Pllegaria azul, Miguel Angel Estala

siempre tengo la esperanza de que estén bien, pues yo cuento y muchas veces contestan y nos comunicamos entonces pregunto.

¿cómo están pues? ¿cómo va todo en el monstruo? a todos aquellos que sobrevivan en el…pero yo sé que antes no era un monstruo, y no lo es del todo ahora.

Les voy a contar la historia:

Fue hace muchas vueltas al Sol, cuando todo inició, cuando el monstruo no era monstruo, cuando lo que es, no lo era y a las orillas de una gran Laguna corría una mujer hermosa.

No, no y no.

No corría, paseaba, caminaba, pues el correr es ahora y no hay muchas orillas por donde correr.

A esta mujer hermosa, la llamaban «Mujer de Sal». Porque siempre llevar un huipil blanco bordado con hilo blanco, donde las flores y los diseños aparecían en relieve. Como esos relieves blancos estucados en la piedra antes de pintar, que tienen esa hermosura de lo que va ha ser, pero que todavía no es.

Muchos llegaban a pensar que esta  «Mujer de Sal» no veía los colores y solo sentía relieves, y pues no era así, pero algo hay de eso.
A ella le gustaba sentir los relieves bajo sus pies mientras caminaba y mientras paseaba al lado de la laguna, mientras pasaba la mano sobre su huipil, blanco, con el cual imitaba a la Luna. En su corazón sentía los relieves de lo que va a ser y todavía no es, y al pasear por las orillas de la Laguna esperaba eso maravilloso que sería pero que todavía no era.

En estos paseos en silencio la seguía con la mirada un hombre, o bueno eso es lo que todos pensaban y eso es lo que me contaron.

Este hombre no tan viejo y no tan joven, veía a Mujer de Sal caminar y veía  en sus mirada y en su huipil la esperanza de lo que va a ser, pero que todavía no es.

A este hombre lo llamaban «Cerro que Humea», pues era gigante como un cerro y gustaba de fumar pipa. «Cerro que Humea» después de la cacería o del trabajo en la milpa o de cortar leña o de hacer lo que se tiene que hacer para vivir, gustaba de sentarse no tan a la orilla del lago fumar su pipa y a observar a «Mujer de Sal» pasear y caminar junto a la Laguna esperando que algo hermoso sucediera. A él, el caminar de ella y la esperanza de ella le tranquilizaba  y era parte del ritual, verla pasear mientras el fumaba.

Así fueron pasando los años, en silencio con el único ruido del caminar, de la tierra, del fuego, del agua y de la esperanza.
Y al correr de los años llegaron a las orillas de la Laguna cada vez más pueblos.
Ellos vieron en «Mujer de Sal» ese encanto, esa esperanza y así como «Cerro que Humea» le gustaba ver a «Mujer de Sal»  más y más pueblos compartieron el mismo gusto y llegaban a la laguna con esperanza, con  mucha esperanza, pues eso era  lo que «Mujer de Sal» daba a los demás,  siempre en silencio.

Cerro que Humea, foto: G. Alfredo Ramírez O.

Pocos se acercaban a ella, por respeto al «Cerro que Humea», pues aunque «Mujer de Sal» no le pertenecía, todos sabían y hoy lo sabemos, que los dos van juntos y que parte de la belleza de «Mujer de Sal» se encuentra en el ser  observada y en el  fumar de «Cerro que Humea».

De esta forma la Laguna comenzó a florecer, primero por las orillas, después en el centro de la Laguna y después de algunas tristezas en la Laguna toda se dieron todos los colores.

Hoy en día son tantos y tanto el florecer, que se pierde la perspectiva y sus colores y muchas veces se piensa que ya no hay Laguna, pero todo eso todavía esta ahí.
Los colores por ser tantos, ahora parecen grices y negros, pero hay que alejarse tantito y acercarse tantito y así ir mirando colores, y no solo ver los colores, sino los bordados que los habitantes han hecho dentro de la Laguna.

Mercado de Jamaica, Mexico, foto Erica-Willis

Por lo mismo se cree que  «Mujer de Sal»  muchas veces ya no ve la Laguna, que ha perdido esperanzas, que los ha olvidado, que volteo su mirada y que los piensa monstruosos y que por eso «Cerro que Humea» los hará Humo.

Sin embargo, ella sigue observando con la misma esperanza y con los colores de lo que es y sera la Laguna y el milagro de como sus habitantes caminan sobre ella con esperanza sobreviviendo.

Mercado de Jamaica, foto: Erica-Willis

Ya ven el monstruo no es tan monstruo, basta alejarse tantito como lo hace  «Mujer de Sal» y «Cerro que Humea» y luego acercarse un poco más y ver la belleza y la esperanza de los que observan.

Los Monstruos no son como los pintan…

Va ke va hasta tuvieron cuento

un abrazo a todos y un beso

alf-redo…mil-puertas…